En el verano de 1996, el entrenador uruguayo
Sergio Markarián se dejó tentar por el diablo. Se le apareció en forma de
mediocampista de un equipo de la Segunda División del fútbol peruano: el
Deportivo Zúñiga, que llegó al Estadio Lolo Fernández para jugar un partido
amistoso. Por esos días, Don Sergio dirigía al anfitrión: Universitario de
Deportes, oncena que sufrió el juego atrevido de un morenito desmuelado y esmirriado.
Su nombre era Eddy Carazas. Luego de la práctica, Markarián pidió a la
dirigencia su contratación y ordenó su inscripción en la lista de 25 jugadores que
disputarían la Copa Libertadores de ese año. A Carazas le dieron la camiseta número
17.
Para el bravo de Eddy, aterrizar sin escalas
en un partido de la Copa Libertadores luego de haberse enterrado por años en
las canchas del ascenso fue como ascender del infierno hasta el cielo. Y se
sintió muy cómodo, al menos al inicio…
Fue titular por primera vez ante Peñarol en
el Estadio Nacional de Lima y se metió al bolsillo al hincha de inmediato.
Carazas, que jugó como mediocampista ofensivo, parecía un endemoniado: recorrió
todo el campo rival, le hizo frente al carácter de los uruguayos, recuperó
balones que él mismo distribuyó, guerreó sin trincheras, mostró oficio de
jugador consagrado, comandó los ataques y le impuso su personalidad al equipo. Si
la U arrinconó a Peñarol durante todo el primer tiempo fue en gran parte,
gracias a Carazas. “El equipo fue una tromba”, comentaron en la televisión. Sin
embargo, no bastó con su actuación, el once merengue capituló finalmente con un
1 a 3. El gol del descuento lo anotó él, lo que coronó su performance. A la mañana
siguiente, fue bautizado en todas las portadas como “El Diablo”.
En los días siguientes, todo el periodismo
deportivo quería conocer un poco más de la historia del bravo Eddy, pero el
club no lo envió a una conferencia de prensa sino… al dentista. Carazas tenía
los dientes hechos una miseria.
Para el partido siguiente ante Defensor
Sporting, Carazas repitió su actuación inicial y volvió a anotar en el empate a
un gol por lado. Pero lo mejor aún estaba por venir, dos semanas después,
Universitario devolvió la visita a Peñarol en el Centenario. Universitario
venía con problemas, lo que provocó la renuncia irrevocable de Markarián unos
días antes del partido por discrepancias con la dirigencia. La U tuvo que
viajar a Uruguay con un técnico interino: Pichicho Benavides. A pesar de los
problemas, los cremas dieron el batacazo en el mismísimo Centenario de
Montevideo. Fue un 2 a 1. “El Diablo” Carazas volvió a anotar. Al final de la
Copa, Universitario quedó eliminado pero Eddy aseguró la continuidad en el
equipo.
Al año siguiente, 1997, fue convocado a la
Selección Nacional dirigida por Juan Carlos Oblitas, incluso ingresó en el primer
partido ante Ecuador en Quito en la derrota de 4 a 1 por las Eliminatorias para
Francia 98. A mediados de ese año, fue convocado a la Selección que participó
en la Copa América de Bolivia 1997. En cuartos de final, ante la Argentina de
Passarella, le anotó a Carlos Roa en la victoria peruana por 2 a 1. En
semifinales, la “Selección Alterna”, como se le denominó a ese equipo peruano
por estar integrado en su mayoría por jugadores usualmente suplentes, cayó
goleado 7 a 0 ante el Brasil de Romario y Ronaldo.
Luego de la Copa América fue contratado por
Tigres de México donde fue ubicado como delantero, jugó pocos partidos y no
pudo anotar ningún gol. Volvió a la U en 1998 para ser campeón nacional ese año
y para formar parte del plantel que logró el bicampeonato en 1999. En Junio de
ese año fue fichado por Belgrano de Córdoba, donde tuvo un debut espectacular,
similar al de su debut ante Peñarol unos años antes. Pero una lesión y sus
actos constantes de indisciplina desilusionaron a toda la hinchada cordobesa. Nuevamente
perdió la oportunidad de brillar como estrella en cielo extranjero. El instinto
de Carazas siempre parecía guiarlo de regreso a su dura realidad. Luego de un
paso por Sport Boys y por un equipo portugués, el UD Leiria, que también lo
desembarcó rápidamente, “El Diablo” Carazas firmó por el Deportivo Aviación de la
Segunda División, club que intentó lograr el ascenso sin éxito alguno. Carazas se
sentía como en casa pero era hostigado en cada partido por las hinchadas
rivales, quienes le restregaban supuestos vicios. El bravo de Eddy respondía
con gestos obscenos y barbaridades. A pesar de su picardía y de sus maniobras
empolvadas, Carazas supo volver a destacar en el mundo del ascenso. En el
recuerdo se quedaron las primeras planas, las entrevistas exclusivas y los
sueldos medianamente acomodados. Eddy Carazas, quien alguna vez fue bautizado
como “El acróbata del balón” por el periodista argentino Fernando Niembro, fue
uno de esos jugadores que pudo llegar al estrellato local pero que en el camino
se dio cuenta de que no hay nada mejor que ser amateur, que prefiere ser un
diablo en la tierra a ser ángel de un paraíso al que no pertenece.
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