El diablo siempre vuelve al infierno

                                                                                                   Foto: flickr.com
En el verano de 1996, el entrenador uruguayo Sergio Markarián se dejó tentar por el diablo. Se le apareció en forma de mediocampista de un equipo de la Segunda División del fútbol peruano: el Deportivo Zúñiga, que llegó al Estadio Lolo Fernández para jugar un partido amistoso. Por esos días, Don Sergio dirigía al anfitrión: Universitario de Deportes, oncena que sufrió el juego atrevido de un morenito desmuelado y esmirriado. Su nombre era Eddy Carazas. Luego de la práctica, Markarián pidió a la dirigencia su contratación y ordenó su inscripción en la lista de 25 jugadores que disputarían la Copa Libertadores de ese año. A Carazas le dieron la camiseta número 17.


Para el bravo de Eddy, aterrizar sin escalas en un partido de la Copa Libertadores luego de haberse enterrado por años en las canchas del ascenso fue como ascender del infierno hasta el cielo. Y se sintió muy cómodo, al menos al inicio…

Fue titular por primera vez ante Peñarol en el Estadio Nacional de Lima y se metió al bolsillo al hincha de inmediato. Carazas, que jugó como mediocampista ofensivo, parecía un endemoniado: recorrió todo el campo rival, le hizo frente al carácter de los uruguayos, recuperó balones que él mismo distribuyó, guerreó sin trincheras, mostró oficio de jugador consagrado, comandó los ataques y le impuso su personalidad al equipo. Si la U arrinconó a Peñarol durante todo el primer tiempo fue en gran parte, gracias a Carazas. “El equipo fue una tromba”, comentaron en la televisión. Sin embargo, no bastó con su actuación, el once merengue capituló finalmente con un 1 a 3. El gol del descuento lo anotó él, lo que coronó su performance. A la mañana siguiente, fue bautizado en todas las portadas como “El Diablo”.

En los días siguientes, todo el periodismo deportivo quería conocer un poco más de la historia del bravo Eddy, pero el club no lo envió a una conferencia de prensa sino… al dentista. Carazas tenía los dientes hechos una miseria.    

Para el partido siguiente ante Defensor Sporting, Carazas repitió su actuación inicial y volvió a anotar en el empate a un gol por lado. Pero lo mejor aún estaba por venir, dos semanas después, Universitario devolvió la visita a Peñarol en el Centenario. Universitario venía con problemas, lo que provocó la renuncia irrevocable de Markarián unos días antes del partido por discrepancias con la dirigencia. La U tuvo que viajar a Uruguay con un técnico interino: Pichicho Benavides. A pesar de los problemas, los cremas dieron el batacazo en el mismísimo Centenario de Montevideo. Fue un 2 a 1. “El Diablo” Carazas volvió a anotar. Al final de la Copa, Universitario quedó eliminado pero Eddy aseguró la continuidad en el equipo. 

Al año siguiente, 1997, fue convocado a la Selección Nacional dirigida por Juan Carlos Oblitas, incluso ingresó en el primer partido ante Ecuador en Quito en la derrota de 4 a 1 por las Eliminatorias para Francia 98. A mediados de ese año, fue convocado a la Selección que participó en la Copa América de Bolivia 1997. En cuartos de final, ante la Argentina de Passarella, le anotó a Carlos Roa en la victoria peruana por 2 a 1. En semifinales, la “Selección Alterna”, como se le denominó a ese equipo peruano por estar integrado en su mayoría por jugadores usualmente suplentes, cayó goleado 7 a 0 ante el Brasil de Romario y Ronaldo.

Luego de la Copa América fue contratado por Tigres de México donde fue ubicado como delantero, jugó pocos partidos y no pudo anotar ningún gol. Volvió a la U en 1998 para ser campeón nacional ese año y para formar parte del plantel que logró el bicampeonato en 1999. En Junio de ese año fue fichado por Belgrano de Córdoba, donde tuvo un debut espectacular, similar al de su debut ante Peñarol unos años antes. Pero una lesión y sus actos constantes de indisciplina desilusionaron a toda la hinchada cordobesa. Nuevamente perdió la oportunidad de brillar como estrella en cielo extranjero. El instinto de Carazas siempre parecía guiarlo de regreso a su dura realidad. Luego de un paso por Sport Boys y por un equipo portugués, el UD Leiria, que también lo desembarcó rápidamente, “El Diablo” Carazas firmó por el Deportivo Aviación de la Segunda División, club que intentó lograr el ascenso sin éxito alguno. Carazas se sentía como en casa pero era hostigado en cada partido por las hinchadas rivales, quienes le restregaban supuestos vicios. El bravo de Eddy respondía con gestos obscenos y barbaridades. A pesar de su picardía y de sus maniobras empolvadas, Carazas supo volver a destacar en el mundo del ascenso. En el recuerdo se quedaron las primeras planas, las entrevistas exclusivas y los sueldos medianamente acomodados. Eddy Carazas, quien alguna vez fue bautizado como “El acróbata del balón” por el periodista argentino Fernando Niembro, fue uno de esos jugadores que pudo llegar al estrellato local pero que en el camino se dio cuenta de que no hay nada mejor que ser amateur, que prefiere ser un diablo en la tierra a ser ángel de un paraíso al que no pertenece.

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